3 de diciembre de 2014

Anabelle (Suigintou da más miedo)


Me perdí de asistir a una charla sobre realización de cortos cinematográficos con uno de los guionistas de Necrofobia, Nicanor Loreti, para ver Anabelle. Si algún lector suele leerme, cosa que lo dudo, sabrá cómo me siento al respecto. Pero pasemos a la película de esta bella...bueno, simpática...este...en fin, particular muñeca.

¿De qué trata?: Mia es una joven católica practicante que aguarda junto a su amado John la llegada de su primer hija, Lea. Además de la costura, la otra gran afición de Mia son las muñecas de porcelana, las cuales cuida y guarda celosamente en la habitación de su futura bebé. Pero luego de que miembros de una secta satánica irrumpan durante la noche en su casa, será su muñeca favorita la que sumerja a esta feliz familia en una tenebrosa pesadilla...

Director: John R. Leonetti 
Guionista: Gary Dauberman 
"¡Oh, qué muñequita tan tierna! ¿Quién
podría sospechar de ella con esa carita?"
Actores principales: Anabelle Wallis (sí, se llama como la villana), Ward Horton y Alfre Woodard.  

Muchos pensamos que está película iba a hacer una precuela de El conjuro, pero en realidad se trata de un spin-off, o sea, una historia aparte; si esperaban ver al matrimonio Warren, la historia de las chicas del principio de la película o el enfrentamiento que casi mata a Lorraine (esto me remite al enfrentamiento entre Pazuzu y el Padre Merrin en El exorcista), no van a ver nada de eso y para mí esta fue una de las cosas más decepcionantes de la película. 

Según su director, no se pudo convocar a los actores por cuestiones de agenda, y yo le sumo, en mi opinión personal, cuestiones de falta de presupuesto. A mi criterio, Anabelle fue una excusa totalmente comercial y engañosa para ganar plata explotando el misticismo que había generado esta muñeca en El conjuro, en vez de realmente querer aportar más datos a la historia. De hecho, si sacan El conjuro 2, dudo que sea imprescindible ver esta entrega para entender lo que vendrá. 

Lo malo: más allá del poco aporte que le hace a los Warren y a su historia, el argumento es bastante simplón y cae en todos los estereotipos posibles; el cura bueno y consejero, la mujer negra que practica esoterismo, la ama de casa dedicada y su marido leal, la secta satánica bien malota, el diablo que no tiene nada mejor que hacer que robarse almas, puro cliché. En lugar de explotar un tema tan interesante y del que se sabe muy poco como el asunto de las sectas satánicas, nada más se tocan los puntos vox populi. Miren que no coincido con las sectas y profeso la fe cristiana, pero esto de dividir tan estrictamente la línea entre el bien y el mal, y encima poniendo como sinónimo de luz a la Iglesia, me crispa los nervios. En El exorcista, el padre Karras era un hombre con defectos y virtudes, y en Curse of Chucky (de la que pronto hablaré) varios de estos estereotipos se cuestionan. 

¿Y si yo te dijera que ESTA es
la Anabelle de la vida real?
El segundo punto negativo de Anabelle es que no se les ocurrió mejor idea que afanarle a El bebé de Rosemary (o La semilla del diablo, como la conocen algunos). Entiendo que lo de la ambientación en la misma época puede ser una coincidencia, ¿pero era necesaria la escena de la lavandería, la mención a Charles Manson o los vestidos de la protagonista, emulando a Mia Farrow? (no se olviden que la secta de Charles Manson asesinó a la esposa de Roman Polanski, director de El bebé de Rosemary, que en ese entonces estaba embarazada). Ya que esta historia no está basada en los sucesos acontecidos con la Anabelle real, ¿no podían esmerarse en una historia un poquito más original

No quiero desprestigiar al director y productor James Wan, quien realizó buenas películas como Saw, pero creo que se lo está sobre valorando mucho. Sus películas de horror y las que se le anexan, como Anabelle, me parecen copias sin alma de grandes películas que ya he visto. Que vuelva a poner de moda al cine de horror no gore no significa que esta nueva camada de películas sea digna de un Oscar o que haya que levantarle un monumento.

El tercer punto negativo de Anabelle es su oleada de falsos sustos o sustos fáciles que son efectivos con gente susceptible, no lo niego, pero ineficaces y aburridos para el resto, quienes esperamos que se nos asuste desde la construcción de la acción (que no es lo mismo que la construcción de un clima de suspenso).

A mí no me engañan, Anabelle es Slappy travestido. 
Lo bueno:  desde lo argumental, y como ya leí en otros sitios, me gustó que la muñeca sea mostrada como un objeto maldito, la representación física del mal, que como un juguete con movimiento y libre albedrío, como es el caso de mi adorado Chucky. Por otro lado, el momento de los niños en la escalera me pareció una de las mejores escenas.

Técnicamente hablando, la película está muy bien tratada, tiene una bella fotografía, planos interesantes y lo más destacable es la creación de atmósferas de suspenso, no bien rematadas para mi gusto, pero interesantes al fin. 

A pesar de que no la considero una peli digna de descansar sobre mi repisa (o de revivir dentro de mi reproductor de DVD o demás metáforas pedorras), reconozco que es entretenida mucho más que El conjuro y que probablemente sea más del agrado de espectadores no fanáticos del género que busquen pasar un rato de miedo o de los adolescentes de hoy en día que aún no han visto los grandes clásicos. 

Veredicto final: sólo para pasar el rato. 


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